Cuando estudiaba en el conservatorio superior conocí a una chica que tocaba el piano.
¡ Y cómo tocaba!
Escucharla era una auténtica delicia para los sentidos.
Tenía muchísima facilidad aunque también le echaba sus horas.
Estudiaba mucho y además lo hacía muy bien, con todo muy organizado y planificado.
Un día mientras charlábamos se le escapó que iba a hacer un recital en un Salón de una Caja de Ahorros y cuando lo oí, no pude esperar a decirle que allí me tendría como uno de sus mejores fans.
Pero mi sorpresa fue mayúscula cuando me pidió por activa y por pasiva que no se me ocurriese ir.
Decía que se ponía muy nerviosa cuando tocaba delante de la gente y mucho más cuando entre el público había amigos o músicos que entendieran del tema.
Durante esa conversación me dijo que el recital lo hacía como favor a una amiga de la familia que inauguraba una exposición de pintura y quería que hubiese algo de música para acompañar la inauguración y que, además, le serviría para ir soltándose delante de la gente.
Pero que por favor, yo no fuera.
Me contó que llevaba días con mucha ansiedad, que no dormía bien, no comía apenas y que también sentía como si sus dedos no funcionaran igual que antes.
A medida que se acercaba el día se sentía menos preparada y más «torpe».
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A su recital no fui. No quería hacerle pasar un mal momento. Y la llamé por teléfono justo al día siguiente.
No me lo cogió. Y al día siguiente, tampoco.
Pasaron cerca de dos semanas sin saber nada de ella.
Sin que me cogiese el teléfono y sin verla por el conservatorio.
Se la había tragado la tierra.
De repente una mañana me la encontré en secretaría.
Estaba seria y nerviosa cuando me vio. La notaba esquiva conmigo.
Le pregunté por el recital, y por qué no me había cogido el teléfono.
Contestó con un escueto «mal».
Y a continuación soltó la bomba:
– «Lo dejo. Dejo el conservatorio. Necesito aire y aclararme. No puedo dedicarme a algo que me hace sufrir tanto».
Me quedé de piedra.
– «¿Me vas a decir que por ponerte nerviosa en un concierto lo vas a dejar?»
– «No, no es solo por eso. Me encanta la música, es mi vida, pero no valgo para esto. No estoy hecha para ser música. Si no puedo tocar delante de nadie no pinto aquí nada».
Y con los ojos húmedos se fue corriendo.
Esto que acabas de leer le pasa a mucha más gente de la que piensas.
No te creas que ella era única con este problema.
Ni tú tampoco.
No estás solo.
Pero eso no quiere decir que no sea algo que tiene solución.
Que yo sepa hasta el día de hoy, todo tiene solución. Menos la muerte.
Y es que sé que te sientes frustrado cada vez que ves cómo tus amigos, compañeros, profesores y grandes músicos a los que admiras se suben a un escenario y disfrutan como críos mientras que tú sufres como un bellaco cada vez que tienes que tocar delante de alguien.
Sueñas con ser tú quien se suba ahí arriba y se lo pase en grande.
Pero no puedes.
Y piensas que no vales para esto.
Que la música es para los elegidos y que tú no estás hecho de esta pasta.
Pues te equivocas.
Yo no soy ningún gurú. Ni te voy a prometer resultados asombrosos.
Si buscas eso lo mejor es que hables con otros coaches que te prometen el oro y el moro a cambio de tu dinero.
Te aseguro que de esos hay muchos por google aunque yo me aseguraría muy bien dónde gastar mi dinero.
Yo te prometo trabajo. Trabajo y más trabajo.
Y si tú quieres cambiar esta situación y muchas otras, y obtener resultados diferentes, también tienes que trabajar.
Porque si quieres peces tienes que mojarte el culo.
Así que si estás dispuesto a currar y a lograr disfrutar de lo que de verdad te gusta, es hora de ponerte en accion.
¿CÓMO ES LA SESIÓN DE VALORACIÓN?
– Sesión de coaching individual en la que podrás comprobar en primera persona si esto del coaching va contigo y si es lo que realmente estás buscando.
– Esta sesión es obligatoria antes de realizar cualquier proceso de coaching.
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– Importantísimo que sepas que es TOTALMENTE CONFIDENCIAL Y PERSONALIZADA.
– La duración es de 30 minutos y nos servirá para valorar también si el coaching es la opción más recomendada para ti y aquello que deseas lograr.
¿QUÉ HAREMOS EN LA SESIÓN?
Por supuesto, nos conoceremos. Después hablaremos sobre tus objetivos y tus necesidades.
Según éstos analizaré si puedo ayudarte, como coach.
Te explicaré cómo es mi modo de trabajar y las condiciones económicas.
Si conectamos y estamos de acuerdo, agendaremos tu primera cita y comenzaremos con tu proceso de coaching.
Así que si te apetece, es justo aquí debajo.